La manteca de karité ha sido un pilar fundamental de la farmacología africana durante siglos, por sus excepcionales propiedades curativas e hidratantes.
Los africanos conocen sus beneficios y aplicaciones desde tiempos remotos e incluso existen documentos históricos en los que se afirma que la mismísima Cleopatra la utilizaba para cuidarse la piel y que las tumbas de algunos reyes fueron talladas con la madera del árbol que da origen a esta manteca.
El karité, es un árbol que se encuentra localizado principalmente en la sabana de varios países como Costa de Marfil, Mali, Burkina Faso o Sudán. Puede llegar a medir más de 16 metros de altura y uno diámetro, y vivir hasta 3 siglos. El karité es considerado por la población aborigen como un árbol sagrado, es por esto que sus frutos (de los cuales se extrae la manteca) solo pueden cogerse cuando ya han caído al suelo y, según la tradición local, solo pueden hacerlo mujeres.
La manera tradicional de conseguir la manteca de karité es descascarar los frutos, dejarlos secar al sol y prensarlos en frío. El resultado es una manteca de textura sólida, parecida a la mantequilla, que se funde a tan solo 28 grados. La población africana suele usarla para cocinar pero en Europa su uso es únicamente cosmético.
Sin embargo, actualmente existen también otros procedimientos para conseguir la manteca de karité que además la refinan para conseguir que tenga un mejor aspecto. Es por esto que hay que diferenciar:
/ Manteca de karité sin refinar: es la manteca 100% natural y sin tratar, extraída con el prensado en frío y que no ha sufrido ningún proceso de refinado que haya podido modificar sus propiedades. Es de un color amarillento y posee un olor fuerte muy característico.
/ Manteca de karité refinada: es la manteca que ha pasado por un proceso para hacer más atractivo su color y eliminar su olor. El resultado es una manteca más blanca y con una textura más sedosa. Aunque, después del refinado, la manteca sigue preservando muchas de sus propiedades, algunas otras se pierden durante el proceso debido a la eliminación de gran parte de su contenido en vitamina A (la que da el color amarillento a la manteca original).
Debido a su composición oleosa y su alta concentración en vitamina A, E y F, la manteca de karité posee numerosos beneficios para nuestra piel y cabello:
/ Previene el envejecimiento. Es un excelente regenerador celular natural, que previene y retrasa el envejecimiento de nuestra piel y cabello.
/ Hidrata y nutre en profundidad. Recubre la piel con una película que evita la deshidratación y la protege de agresiones externas. Además, al ser no comedogénica, es apta para cualquier tipo de cutis, incluso para aquellos con tendencia acnéica.
/ Ideal para el embarazo. Debido a sus altas propiedades hidratantes, es uno de los mejores ingredientes para prevenir la formación de estrías. También puede aplicarse en la piel de los bebés para evitar el roce de los pañales.
/ Protector solar. Protege la piel y el pelo de las radiaciones UVA y UVB, su aplicación después de tomar el sol prolonga el bronceado y alivia las quemaduras.
/ Poder cicatrizante. Su alto contenido en vitaminas y su poder como regenerador celular aceleran la cura de cicatrices.
/ Antiinflamatorio. Alivia las picaduras de insectos y también es ideal para tratar eczemas.
/ Recupera la calidad del cabello. Gracias a su alto poder nutritivo, restaura la estructura capilar y aporta suavidad, brillo y flexibilidad.